Capítulo V
Buscando las llaves que abría aquella puerta de la cual pensaron que no volverían a ver e intentaban borrar todo suceso ocurrido referente a ese lugar.
Y otra vez allí, los recuerdos volvían y alguno intentaba reprimir alguna lágrima de lo que se pudieran encontrar ahí dentro como intentar, de nuevo, experimentos que llevan al fracaso o como a todo científico, sueños de poder avanzar en la ciencia. Pero, seguramente, la última imagen que guardaron de aquel lugar no se asemejaría con la de ahora: todo a oscuras sólo los rayos de sol que entraban junto a ellos por la puerta, un extraño olor causado por los componentes químicos al ser tratados, pero ningún olor parecido al huevo podrido o al azufre, nada en descomposición, como si realmente no hubiera ningún cuerpo inerte allí abandonado. Por supuesto, también había una camilla sobre la cual yacía el… ¿cuerpo? ¿Dónde está el cuerpo? Era imposible que alguien se lo llevase o que hubiera salido de allí. Imposible, pero entonces… ¿dónde está?
Encendieron las únicas dos linternas y alumbraron la zona que no era alcanzada por los cálidos rayos del sol, al fondo y en un rincón percibieron un bulto blanco que se movía, tiritando. Sus ojos no daban crédito a lo que veían. Realmente… Pero, ¿cómo? Los últimos días, después de que no habían encontrado solución al asunto, entraron varias veces al laboratorio para recoger algunos objetos personales olvidados y, de vez en cuando, supervisar las constantes del cuerpo que allí yacía aunque ninguna señal de vida mostrara. Después de haber dicho “adiós” y bloquear la puerta, aquella habitación dejaría de tener oxígeno y aquel cuerpo no habría sobrevivido aunque volviese a la vida pero… ¡Allí estaba! En un rincón envuelto con la sábana blanca y tiritando después de tanto tiempo sin luz, sin calor, sin aire, sin contacto con la humanidad, ¿sería capaz ahora de volver al mundo y retomar la vida que se vio obligado a abandonar?
Ni siquiera ellos sabían reaccionar en esta situación, nunca imaginaron que fuera a suceder pero habría que darle las gracias a alguien que aún seguía dándole vueltas al asunto después de haber fracaso en ello.
Los cinco, uno pegado al otro, sólo dos focos de luz alumbrando “algo vivo” que ellos consiguieron traer de vuelta, y lo único que resonó en aquel lugar fue:
¿Hola?
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